DEJANDO MEMORIA Y VIDA EN ESTE LUGAR

28 de diciembre de 2009

Regalos para el alma.

Dicen algunos maestros budistas que el alma es la conciencia con la que vivimos día a día sólo que la mantenemos constantemente congelada en nosotros mismos, por las perturbaciones de la vida, el río inmenso de actividades y necesidades en los que siempre estamos inmersos sin reparar un solo día, un minuto, un segundo en saber cómo actúa nuestra conciencia espiritual. Quizás ésta nos grita, nos habla a través la famosa intuición, pero siempre es mejor entretenerla con cualquier deseo que nuestra mente nos ponga enfrente. No es fácil tener vida de renuncia. No es fácil vivir sin deseos, siempre estamos pensando qué hacer, a dónde ir o qué comprar, hay quienes dicen que hay que buscar el punto medio, después de todo no sólo somos espíritu también hay una materia que complacer y la vida tiene muchas delicias que no podemos ignorar. Escribo esto porque en Navidad siempre me entra un sentimiento de desesperación que nunca he podido compartir con nadie, creo que ese sentir viene de un hartazgo de ver cómo la gente entra en pánico por comprar cosas y cosas, cumplir deseos y más deseos, se cae en la desesperación por querer complacer a algún familiar o amigo con el réglalo que no encuentra ni en el mercado de la merced, menos en tepito. La gente va y viene, si tomáramos un video encima de un centro comercial, veríamos como la gente anda como hormiguitas de un lado a otro, saliendo y entrando de una tienda a otra, buscando, tronándose los dedos porque se está gastando el aguinaldo, pero no importa ésta navidad hay que comprar, hay que estrenar. Es por eso que me angustio, porque constantemente tengo una lucha entre continuar con ésta cultura heredada y seguir mis propias convicciones ¿hasta dónde sí y hasta donde no? ¿Hasta dónde entrar en la dinámica del pánico y hasta donde decir “hasta aquí”? ¿Dónde está el punto medio? Los regalos para el alma no los compramos, no hay un centro comercial que los aglutine, nadie puede comprar 100g de compasión, 1 kilo de conciencia y 4 kilos de salud mental, cómo podemos obtener todo esto que igualmente son regalos “decembrinos” para nosotros mismos y los demás. Por eso me he volcado hacia la celebración del año nuevo –que aunque viene de una costumbre occidental- lo tomo como una oportunidad de dar inicio a una carrera por el trabajo con la conciencia, por la búsqueda entre el equilibrio de lo que hemos heredado y construido culturalmente y lo que nuestras propias conciencias o seres desean sin violentar ninguna parte. El año nuevo para mí significa la oportunidad de dar inicio a cosas creativas, planes –realizables-, la oportunidad de visitar un lugar energético –en México hay miles- y pedir porque el próximo año tenga el valor de ser cada día más libre de deseos y apegos, y más capaz de conocer qué es la compasión –tan difícil de comprender para mí-. En fin, tratar de darle más regalitos al alma para hacernos seres humanos con valor, consientes y respetuosos de la vida. Seguramente el año nuevo la pasaré festejando cerca de un lugar sagrado, pensativa, y agentando las cosas que tengo pendientes por hacer. Feliz año nuevo para todos!

14 de diciembre de 2009

Mujer sabia
Una mujer sabia es la que sabe ver:
Ver que su vida día a día tiene una enseñanza para ella.
Ver que las plantas que riega por la mañana le hablan y le dan un consejo al oído.
Ver que su historia de vida le abre conciencia en cada episodio.
Una mujer sabia necesita leer, escribir, pensar, meditar, reflexionar, analizar, ser….
No sé es sabia, sólo leyendo, sólo meditando, sólo analizando, se es sabia cuando la vida se hace compleja, diversa, con varios caminos al mismo tiempo que llevan a uno sólo.
Una mujer sabia está cerca de una leona que cuida, asecha, mira, es fuerte y sensible al mismo tiempo.
Una mujer sabia es vida, es fuerza, es coraje, energía, amor, compasión.
Por esto que ahora descubro, simplemente me enamoro cada día más de la vida.

12 de septiembre de 2009

Esperando al psiquiatra.
Mientras Roberta permanecía sentada en la sala de espera que está afuera de los consultorios del hospital psiquiátrico, su hermana Sara deambulaba por los pasillos tratando de hacerle plática a cuanta persona cruzara siquiera la mirada con la de ella. Fuerte, robusta y hasta con chapetes Sara iba de un lugar a otro sin parar, a cada persona que lograba entretener con su plática le contaba una historia distinta, pero todas verdaderas. Sus gesticulaciones faciales no hacían pensar otra cosa pues pelaba los ojos de tal forma que el sentimiento le salía por ellos, sus labios se apretaban y se estiraban exageradamente mientras contaba la historia de que el novio de su sobrina se la había robado.
En la banca azul un poco zafada Roberta esperaba al médico que por fin atendería a su hermana, con rostro cansado, apagado y una postura encorvada, sólo observaba como su hermana iba de un lado a otro, de un lado a otro, y una vez más. Roberta había llevado a su hermana Sara al hospital porque había recaído de su tratamiento siquiátrico, la forma en cómo constató este hecho fue la desaparición durante la noche de ésta. Con el pretexto de buscar a su sobrina Sara pasó deambulando toda la noche buscándola como una loca sin rumbo, sin siquiera dignidad.
Ya pasaba un paciente y otro a los cubículos de los médicos, cada uno con su propia afección, algunos creen vivir en la época de los ochenta colgándose aretes y vistiendo con pantalones ajustados. Seguramente verían como extraños a aquellos que usan un pantalón recto y un corte de cabello nada parecido a la época en la que ellos viven. Otros, tienen el complejo de Michael Jackson no permiten que se les vea a la cara por ser juzgados por su fealdad o las marcas de alguna invención que ellos mismos colocaron en su rostros. Y otras, apenas pueden controlar los impulsos que su propios cuerpos realizan mecánicamente sin el poder de controlarlos. Sólo Sara socializa y camina de un lado a otro, de un lado a otro sin fin, sólo esperando entrar con su médico que le dará la dosis exacta para que ella evite pasar las noches fuera de su casa, y olvidarse de la fijación que le causa que el novio de su sobrina se la haya robado.
La horas pasan largas para Roberta, con su tic nervioso que pasa de su mejilla al ojo, se sienta a platicar con Leonora, casi sin quedarle de otra, comienza a platicarle las hazañas que día a día realiza su hermana como parte de su “terrible enfermedad”. Mientras Leonora trata de darle consejos y recomendaciones que ella misma lleva a cabo con su hermano utilizando repetidamente las frases “mira hazle así con tu hermana” , “no le hagas caso cuando te diga …”, “yo le hago así con mi hermano y no me gana”… mil recomendaciones le daba Leonora a Roberta, pero ésta sumergida en sus nervios, su tic y su figura casi desdibujada frente a su hermana, simplemente no podía escuchar aunque ella lo deseara.

Cada que Sara tenía la oportunidad de topar con la vista de su hermana le exigía:

- ¡Roberta! ¡Roberta! ¡Cómprame un chocolate y una coca!
- No te voy a comprar nada, todo lo que te compro terminas regalándolo, no tengo dinero para comprarte nada más.
- Anda Roberta cómprame un chocolate y una coca, ándale, por favor.
- No tengo dinero. No.
- Bueno, no me compres el chocolate ni la coca, cómprame una paleta de un peso.
- No tengo un peso.
- Ándale una paleta, sí tienes un peso por ¡favor, por favor! Si no me lo compras me voy a salir.

Las palabras condicionantes de Sara hacia Roberta surtieron un efecto casi de adrenalina por sus venas, inmediatamente se levantó y siguió de tras a su hermana con el temor de que ésta se saliera del hospital y se echara a correr hasta perder la oportunidad de ser atendida por un médico, que al fin, le diera un somnífero que mantuviera quieta a su hermana y le evitara tantas penas y desgaste.

- ¡No te salgas Sara!
- ¡Sí me salgo! !! Cómprame una paleta de un peso!!
- Estoy harta. Semejante mujer cuarentona pidiendo dulces y chocolates. (Roberta balbuceaba mientras se pasa las manos por el cabello, estirando la piel de su cara. Adivino que casi estaba al borde del llanto).
Leonora al ver la escena quiso contener a Roberta deteniéndola para que no siguiera los caprichos de su hermana: la robusta, la regocijante la “enferma”. Roberta intentó entretenerse con los consejos y recomendaciones de Leonora mientras su cuerpo le exigía tomar del brazo a su hermana y de manera histérica casi enloquecida detenerla y sentarla en las bancas azules de la sala de espera de una vez por todas. Eso pensaba Roberta mientras Sara la veía de reojo con una actitud retadora que le decía “mira cómo hago lo que se me da la chingada gana porque … estoy enferma hermana”. Leonora no se contuvo y con un grito estremecedor en el que todos en la sala de espera se quedaron perplejos y sin aliento lanzó un alarido que rezaba:

¡ERES LA HERMANA MÁS INJUSTA Y CIEGA QUE HAY EN EL MUNDO!

Por ahí se escuchó un médico que gritó el nombre ¡Sara Mendoza, Sara Mendoza! Así fue como Roberta reaccionó y apresurada jaló a su hermana del brazo para dirigirla hacia el consultorio del médico. Mientras pasaba apresurada frente a Leonora cruzaron la mirada, Roberta le regaló una sonrisa como si hubieran intercambiado alguna clave secreta que sólo ellas conocían, y de inmediato cambió la vista hacia su objetivo: el consultorio médico.

3 de julio de 2009

Hay veces en que no queda más remedio que escribir

Séptimo piso-Mujeres
Caminaba con una lentitud casi analgésica a lo largo del piso mientras veía hacia afuera, entre barrotes que cortaban la vista hacia el jardín y pensaba…. ¿qué hago yo aquí? ¿Por qué la vida me ha traído hasta aquí?, no hubo respuestas, nunca las han habido, sólo ha ocurrido, sólo he estado encerrada por casi tres meses en un lugar donde solo veo los cuadros de las paredes y enfermeras dopándome con un vasito lleno de pastillas que de todos modos no me ayudan a olvidar nada… nada, que por cierto, nada que no quiero olvidar.
Todo eso pensaba Irene mientras veía hacia el jardín desde el piso 7º -mujeres, la vista casi se le borraba del sueño, y es que pareciera que la vida ahí se convierte en algo menos que un sueño aletargado que no tiene fin hasta que una visita llega y toca la puerta del pabellón y le pregunta ¿cómo te ha ido, comes bien, cómo te has sentido?
Irene nunca sabía qué contestar a esas preguntas, ella solo tenía una idea en la mente, solo una idea rigiendo su vida, no había más, la vida se redujo a su idea que casi se convirtió en una convicción, un valor, así es la vida y así me quedo. Así es que cuando llegaba su hija a visitarla hacía un esfuerzo exponencial por poder complacerla y contestarle tal y como contestaría una persona “normal” “me siento bien, si, estoy comiendo bien, ¡ah! Y también me ha ido bien”. Pero en las profundidades de su mente sólo había una sola respuesta para todo, solo sus labios y una pequeña voz débil era la que trataba de adaptarse al mundo exterior que la rodeaba.
“¿Qué hago aquí? ¿Por qué me trajeron?” Irene, segura de sus convicciones y certezas de pensamiento consideraba absurdo estar en un psiquiátrico mientras la vida allá afuera se movía y seguía su curso “Qué hago aquí, quién me trajo, por qué” “Yo no estoy loca, sólo hay alguien que me habla y me dice lo que tengo que hacer, por favor ¡que nadie piense que estoy loca!”. Entre enfermeras y familiares le daban calma diciéndole: “No Irene usted no está loca, simplemente tiene creencias diferentes a las del resto de la gente, pero no está loca, ande, tome sus medicinas”.
Irene, mientras tomaba dócilmente sus medicinas sólo pensaba, mientras veía el jardín que para ella representaba una inmensidad, en lo extraño y absurdo que aquella voz en su cabeza se había convertido, no obstante, tan real, tan viva, tan regidora de sus actos, pero ¿Qué había de malo en escucharla? ¿Qué había de malo en escuchar a alguien más? …. Continuó tomando su medicina y luego casi desvaneciéndose se echó a dormir.

Hay veces en que no queda más remedio que escribir.

26 de enero de 2009


Ayer me di cuenta que no había sido nada. Me di cuenta, mientras hablaba sobre mi pasado, que no era más que el presente que vivía. Sentí un vacío enorme al referirme sobre lo que fui, me di cuenta que mis argumentos se desvanecían provocando al engaño más que a la verdad. Mientras mi voz salía de mis labios mi conciencia escuchaba, me di cuenta que no había más que decir del pasado porque yo ya no era aquella persona a la que había intentado narrar por etapas y episodios de vida. Me pregunté a mi misma ¿qué caso tenía estar hablando de algo que ya no me provocaba sino sólo un recuerdo lejano? Me di cuenta que aquel instante no fue sino el sonido de mi conciencia recordándome que no había nada más maravilloso que vivir el presente, y no el pasado ... y menos hablar del futuro, pues aún no conozco la historia.

3 de enero de 2009

Y nos quedamos solos, tan solos, que no quedó más remedio que amarnos.

La diversidad.

No encuentro nada más apetecible en éste mundo que vivir en la diversidad. No sé en qué momento de mi vida apareció la necesidad de vivir en la multiplicidad humana. Me impresiona ir al país vecino y sentir cerca de mí personas de diferentes partes del mundo, me hace reflexionar profundamente. Pienso por ejemplo cuántas cosas hemos inventado los seres humanos para ser distintos y paradójicamente terminamos siendo tan iguales. La religión por ejemplo suele ser un tema sumamente controvertido muchos preferimos darle la vuelta a estos temas por la polémica que levanta y a final de cuentas terminamos atados a nuestros propios principios y creyendo que lo que dijo el otro es un grave error, o simplemente hacemos juicios de valor sobre creencias que no se parecen a las nuestras. A pesar de las grandes diferencias de credos el punto de coincidencia humano está en la necesidad de tener fe, creer que hay vida más allá de un cuerpo material hay algo más allá de la vida terrenal, eso lo piensan en casi cualquier cultura, existe una necesidad por reafirmar la existencia humana independientemente del cuerpo físico o de la realidad que ahora estamos viviendo tu y yo, aquí. Esto me hace pensar entonces, que en las entrañas de la humanidad siempre han existido fuerzas, energías que a veces llamamos dioses con nombres diversos que están presentes en nuestras vidas, quizás sea el mundo espiritual que hace común a toda la humanidad. Vista así quizás desde su esencia común, la humanidad se presenta como un mosaico de pensamientos, creencias, doctrinas, estilos de vida, filosofías de vida que la han hecho tan diversa que finalmente lo que me provoca decir es que es una humanidad creativa, que la creatividad del ser humano es tan infinita que ha hecho de un principio “natural” un monumento a la diversidad cultural. Es por eso que me estremecen los países donde su diversidad se siente a flor de piel, me estremece viajar y poder probar comida de todo el mundo en un mismo sitio, por cierto, dicen que sólo probando la comida de cada lugar es como se conoce su cultura. Por alguna razón amo la comida tailandesa es una de mis favoritas, así como la comida de la India los sabores tan fuertes se equiparan a las sensaciones que los mexicanos experimentamos cuando comemos mole altamente condimentado y con distintos sabores en el paladar al mismo tiempo, salado, dulce, picoso un poco irritante pero delicioso, sobre todo el mole negro, es el mejor. Por otro lado, la comida japonesa y la coreana me han hecho sentir la pleitesía del servicio, del orden, de lo delicado, de lo ceremonioso, de las cosas sencillas, de los sabores neutros –claro para el paladar de una mexicana-, no obstante deliciosos, incluyendo el pescado crudo. Son los sabores que han impactado mi paladar, no hablo mucho más de otras comidas como la italiana que es deliciosa o la árabe no quisiera pecar de pretenciosa gourmet porque en realidad de cocina se nada o casi nada pero me gusta dar bocados y abstraerme para respirar el lugar de origen de ese sabor, me gusta pensar en dónde nació ésta combinación de sabores, quién la habrá creado, me gusta pensar que las personas huelen como huele su comida, ve gusta viajar pues, a través del paladar. Y, no solamente la comida es la expresión más grande de una cultura, también lo es el roce con las personas en diferentes espacios, es el roce con las personas lo que me vuelve a recordar lo parecidos que somos (aunque Cliffort Geertz haya dicho que un guiño del ojo significa cosas diferentes dependiendo de cada cultura), la calidad humana puede respirarse en cualquier contexto así como las ansias de poder. Y es que nadie puede negar que existen principios de corrosión y de crecimiento parecidos y paralelos en la humanidad por eso es de esperarse que en muchas partes del mundo existan mentes que creen tener la razón en términos culturales y hayan iniciado la guerra campal contra la diversidad, México ha sido uno de esos tantos países, por fortuna parece que aunque haya guerras anti creatividad humana ésta es uno de los motores del mundo y de la vida. La creatividad es como una gran raíz que cada que alguien pretende cortarla lo único que ocasiona es hacerla crecer más. Por tanto, la convivencia de la humanidad ha sido ciertamente complicada y me atrevería a decir mucho más en los contextos macro políticos que en la vida micro social, (un gran descubrimiento en mi vida ha sido poder coincidir más con mujeres japonesas que alemanas por ejemplo; culturalmente distantes, aparentemente). El roce cotidiano, las formas, el trato, lo que sientes y lo que siento cuando estamos conviviendo en un solo lugar es lo que creo que despierta la esencia de las culturas, en éste trato humano es donde volvemos a coincidir y claro, es donde podemos vernos tan distintos también, esto depende de la lente que cada quien se ponga.
Todo esto para platicarles que mi Navidad fue “exótica” cené comida de la India en compañía de mi pequeña familia (pero muy amorosa) nos dimos un banquetazo exótico, altamente llenador, probamos sabores salados, dulces, agridulces, todos hicimos caras distintas a los sabores, Isabella dijo que ella quería tostadas de las que saben buenas (o sea totopos de tortillas de maíz y no tostadas hechas con granos molidos como las que nos sirvieron durante la cena), le explicamos que lo que comía provenía de otro país distinto al nuestro, que tenía que saber distinto, pero claro a sus tres años eso no le importa tanto como a la tía que ahora escribe en este blog, la comida “exótica” será para después quizás luego, cuando Isabella se apropie primero de la cultura que la ha visto nacer.
Para desear buena vida, salud y paz algunos suelen decir feliz Navidad mientras otros prefieren decir feliz nacimiento de Buda, a mi me gusta decir espero que todos, en cualquier momento de nuestras vidas, nos regalemos instantes para hacer conciencia de las cosas que nos provocan placer en éste mundo, para después practicarlas.