DEJANDO MEMORIA Y VIDA EN ESTE LUGAR

10 de diciembre de 2008

¿Será que la vida son solo momentos?

Ayer fui a la casa de una amiga –que por cierto- se convirtió en amiga en apenas unos meses por su sensibilidad y transparencia con la que se mueve en la vida. Es una persona que pasa por un momento crucial pues está saliendo avante de una enfermedad complicada. Mientras yo llegué a su casa con mis prisas de siempre y tratando de organizar ideas, pues ambas trabajamos juntas en un proyecto en común -muy interesante por cierto- ella sólo me veía con una mirada casi burlona y me decía “ni te preocupes” “no te tomes la vida tan enserio mujer”, quise relajarme en cuanto ella me dijo eso, la vi tan serena en su actitud que pensé que mis preocupaciones no valían la pena, sin embargo, no logré soltar el cuerpo del todo y ahora les cuento por qué.
En la ciudad en la que vivo, las cosas cada vez se ponen más agresivas una vez que cae la noche la ciudad se convierte para mí en una jungla pantanosa. ¿Cómo narrar esto?: salgo de mi trabajo y la noche ha caído en la ciudad, a penas son las cinco de la tarde y pareciera que la oscuridad se roba la esperanza de alargar la jornada diaria de la vida, no más sol invita a encerrarse en casa, platicar en la intimidad del hogar mientras se toma un té o algo calientito a propósito del frío de invierno. Ayer fue la excepción, tuve que dejar aquel refugio para ver a mi amiga con quien tenía que arreglar algunos pendientes. Esto significó tener que cruzar la ciudad de noche; entre ambulancias con sirenas, comandos, a veces de camionetas negras sin placas y otras de soldados empuñando armas en plena ciudad, el estar expuesto al estallido de una balacera y todos los relatos de violencia que cada vez se hacen más comunes en ésta ciudad, me han llenado de una sensación de inseguridad y mucha desesperanza.
Hoy, en cualquier oportunidad, la gente trata de desmenuzar el problema de la violencia y el narcotráfico en las ciudades fronterizas, ahora resulta que todos somos expertos en cárteles de drogas y estrategias de seguridad, y es que cada vez los problemas ajenos que deben ser resueltos en otras instancias toman espacio en nuestras vidas cotidianas a una gran velocidad. Explicar cómo se vive Tijuana ahora es casi imposible, habría que estar aquí. De estereotipo del narcotráfico y la pistola hemos pasado a la vida cotidiana, a la vida privada de cada persona, el sonido de los balazos que todo mundo esperanzadamente piensa confundir con cohetes cada vez se hace más común entre nosotros.
Ayer mientras transitaba en las calles de Tijuana, veía a mí alrededor las luces navideñas y los espacios recreativos que se han abierto, pensaba que me gustaría salir a caminar con toda la paciencia del mundo por la calle sin importar si el sol ya se había metido. Sentí gran desaliento de no poder sentirme libre.
Cuando llegué por fin a la casa de mi amiga, me recibió con una sonrisa y un abrazo, ella mientras se apoyaba en su bastón me invitaba a pasar a su casa calientita que ahora presumía un arbolito de navidad con sus luces prendidas. Yo nerviosa sacaba papeles que tenía que entregarle, y entre mis explicaciones rebuscadas y revueltas por la prisa de querer regresarme a mi casa y estar tranquila, o por el estrés de estar pensando en que cualquier momento pasa algo desagradable, me hacía bolas con mis propias palabras. Alejandra estalló en risa por ver cómo me tomo “tan enserio la vida”. En ese momento pensé, debo de calmarme, ahora estoy frente a una persona que si hay algo que ha superado es el miedo a perder la vida y ahora la vive y se sorprende de cada cosa que se cruza en su camino como si fuera siempre la primera vez que lo ve, que lo percibe, su experiencia de vida le ha agudizado su capacidad casi inocente de sorprenderse de cada cosa que contempla. Pensé también que la vida se construye de momentos, de escuchar palabras dulces de una amiga, de tomarse un café calientito, de escuchar una buena rolita, de tener una plática con alguien agradable, de sentirse a gusto en un instante y de instantes construir la vida. Esto me hizo recordar todos los personajes de mi vida, la gente que le ha dado sentido y destino a cada uno de mis momentos, y cuánto he aprendido de muchos de ellos, y cuánto me han servido las experiencias que he vivido con ellos para poder seguir viviendo hasta el día de hoy. No quise escribir sobre el terror de vivir entre la amenaza cotidiana de vivir en una ciudad insegura, quise mejor, recordar que los que aún defendemos el principio de la vida tenemos esos pequeños instantes que nos motivan a seguir caminando.