DEJANDO MEMORIA Y VIDA EN ESTE LUGAR

3 de enero de 2011

De los tiempos desconocidos y el ahora.

Cuando te vi no pensé, sentí.
Sentí el pasado de los dos, el tiempo en la espera.
La espera de la vida que nuevamente nos uniría.
¿Cómo pude sentir esto? ahora lo sé, el tiempo fue quien lo demostró.

Crecimos juntos: admiramos lugares fascinantes, viajamos, nos conocimos.
Nos desesperamos y luego nos arreglamos, para luego, volver a desatinar.
Una y otra vez, como la rueda de la fortuna, subir y bajar, aprender y desaprender.
El tiempo nos amaestró, nos curtió, nos ayudó a comprender el arte de ser hombre y de ser mujer.

Tú creciste, maduraste. Yo te fui amando un poco más.
Yo crecí y aprendí de ti, de mí, de los dos.
Nos fuimos sumergiendo cada vez más.
Tú comprendiste.
Yo seguí entendiendo.

Caminamos y nos cansamos de hacerlo solos.
¿Había algo más para aprender?
Un llamado espiritual susurró en tu oído.
Alguien más se incluiría a nuestro tiempo y camino.
Nada podía ya hacerlo esperar, nos bastaron sólo algunos actos de amor profundo.
Profunda ternura, profundo cariño, profunda entrega.

Y llegó el esplendor con que se vive la vida,
La alegría de un día más, la sorpresa y la espera del día a día.
La pasión por continuar el andar juntos.
Un pequeño ha iluminado nuestra vida de amor y de sabiduría.
Ha señalado la necesidad de continuar y seguir aprendiendo.
El tren no se detiene aquí, las vías aun tienen camino por recorrer.

Yo te amo cada día más.
Y a ti, el corazón se te ha enternecido con aquel sutil movimiento que día a día te regala nuestro pequeño…