DEJANDO MEMORIA Y VIDA EN ESTE LUGAR

4 de diciembre de 2007

Poema de aquella tarde helada.

Aquella tarde tuve la oportunidad de irme contigo a vivir esa vida que ¡nunca! había imaginado ni siquiera en sueños. La tarde trajo consigo un halo de felicidad momentánea que me negué a tomar. No fueron mis dudas, fue una corazonada la que me dijo que detuviera esa ola que me estaba atrapando y cegando en aquella inconciencia en la cual estaba hundida. Decidí –aquella tarde- decirle a aquel ofrecimiento de brevísima felicidad, que prefería estar entre mis cosas, y aquellos recuerdos viejos empolvados de melancolía que me hacían arrinconarme en el tapanco donde algún día y con mucha furia hicimos el amor.
Si hubiera hecho caso del llamado de aquella brevísima felicidad que se me ofrecía, quizá hubiera conocido lugares maravillosos que ni siquiera en mi mente pude haber construido, quizá hubiera tenido que comunicarme a señas por no saber hablar el idioma que en aquellos lugares maravillosos y de fantasía se hablaba. Quizá también me hubiera vuelto el juguete roto de alguien que necesitaba solo una compañía fugaz para abrir sus alas y echarse a volar por el mundo, dejándome a mí desamparado en aquel lugar maravilloso.
Nunca pude explicar como es que esta corazonada le cambió la vida a este pobre incauto que ahora escribe esta memoria, lo cierto es que pocas veces he escuchado a mi corazón latir tan fuerte. Pocas han sido las veces que este corazoncito mío ha palpitado tan fuerte tan fuerte que lo alcancé a escuchar justo a tiempo. Justo antes de abrirle los brazos a aquella felicidad brevísima y viajar por el mundo de la fantasía –racionalizada- que pretendiste presentarme y que ahora rechazo tan profundamente porque amor y razón nunca se pueden mezclar.
Aquella tarde pude aprenderme bien tus pasos para no seguirlos, conté los días, las horas, los meses y los años para borrarte de mi memoria, para olvidarte bien olvidadita, tan olvidadita que ni siquiera el recuerdo se acordara de ti, ni siquiera los libros que leí pensándote, ni siquiera aquel rincón donde refugio y descanso este torrente de sentimientos que ahora traigo y me dedico a entregar al mejor postor.
Aquella tarde, rechacé el encanto pasajero de un amor que no era amor y decidí tomar esta vida que ahora se pinta tan real, que he tenido que echar mano de la pasión para que sus bemoles me sean apacibles. Aquella tarde la fantasía se hizo añicos y el mundo se pintó más real para mí.