DEJANDO MEMORIA Y VIDA EN ESTE LUGAR

31 de julio de 2007

El arte del saber ver...

Porqué nunca podemos ver claramente las cosas que nos suceden en la vida, es decir, porqué tenemos que tardar tanto tiempo para estar consientes de las lecciones que la vida te da día a día y de las miles de veces que tu voz interna te grita las estas cagando güey!!!!! Ayer me di cuenta de los litros de saliva que he gastado hablando y hablando y hablando, incluso la garganta me ha dolido he somatizado mi propia angustia y desesperación por querer comunicarle a ciertas personas que quiero mucho que por favor NO LA CAGUEN MAS!!! que tomen la vida y la vivan de la manera más sencilla como sea posible, que la amen, que la disfruten, en fin que vivan pues y ya. Buda dice que tenemos la cabeza alborotada o llena de basura, hay que limpiarla para poder ver, mi maestro me decía lo mismo “No se confunda Susana y aprenda a ver” lo que pasa es que Susana es muy testaruda y cree que le puede resolver la vida a todo el mundo y de hecho lleva años y más años intentando cambiar CIERTAS VIDAS que nomás no cambian, claro! Pues cada quien cambia a su tiempo, a su ritmo, a su paso tal como nos ocurre a cada uno de nosotros. El chiste es que ayer algo le pasó a esta cabeza dura y por fin entendí que a pesar de toda mi concentración por decir las cosas lo más clarito posible, lo más acertadamente posible y lo más …este, ejem… como lo diré pues con corazón chinga pa´ que lleguen, palabras llegadoras pues: NO HA RESULTADO y fue cuando me dije claro! Yo no soy la salvadora de nadie y por tanto que cada quien haga lo que su chingada gana le guste o le venga mejor. Mi hermana siempre me ha criticado por decirle que cada quien es responsable de lo que cada uno de nosotros hacemos y que no hay de otra, por tanto ayer comprendí que cada quien tiene que tomar su vida y hacerse responsable de ella… yo de la mía y olvidarme POR FIN de andar queriendo resolver con mis palabras vidas ajenas, de cualquier manera todos tenemos y vivimos nuestro propio tiempo.

PD: todo lo guardo en mi memoria y en mi corazón.

24 de julio de 2007

Pa' recordar

Te llamé para decirte nos vemos en el museo del Estanquillo a las 4:30 hoy martes pero no te encontré, quizás no me escuchaste, quizás si pero no quisiste acudir a mi cita. Decidí darte tiempo era posible que anduvieras haciendo cosas importantes y simplemente no pudiste llegar a la hora que te pedí. Esperé en el café que está cerca del Palacio de Bellas Artes, me quedé un rato pensando en mil cosas, cómo sería mi vida de vieja, cómo sería mi vida dentro de 30 años y la imaginé cerca de una multitud de libros que me obsesionarían pero también serían parte de mi felicidad. Veía pasar y pasar a la gente mientras sentada en aquel café disfrutaba de un cigarro y un capuchino y pensaba, ya vendrá, ya vendrá. Nunca llegaste. Por eso decidí buscar un café Internet y dejar de elucubrar en mi cabeza sobre las cosas que quería decirte en cuanto te viera y heme aquí tratando de comunicarme contigo que se que me lees que se que estas ahí en donde quiera que estés.
He recordado esas caminatas por la ciudad más contaminada del mundo, he entrado a cuanta librería se me ha cruzado por el camino, he tratado de revivir mi vida, nuestras vidas por estos andenes tormentosos llenos de multitudes de miradas perdidas, mientras yo atenta a cada paso simplemente recuerdo. El olor, el ritmo de mi caminar, los lugares lo que tomé contigo, lo que vi lo que disfruté y lo que nunca entendí. Esta gran ciudad me vuelve a llenar una y otra vez de mí, de mis recuerdos, la sufro, la vivo y claro como algún día y como siempre la dejo.

¿Alguna vez has querido morder las paredes? Yo si.
Por amor
Por miedo
Por dolor
Por angustia
Por ti
Por mí
Por el tiempo, que no pasa y aunque pasa no me doy cuenta.
Por los míos que dejan de serlo poco poco.
Una vez pensé que si mordía una pared podría descargar todo lo que siento, todo lo que en estos días se me ha acumulado en el pecho. Casi estuve a punto de morder una me imaginé mis dientes encajados en la pared y tuve la sensación de que con eso podría expresar todo que llevo dentro.

3 de julio de 2007

¿sin cura?

Hoy recordé la miseria en la que vivimos. Odio tener que decir esto, de hecho me he empeñado en evitar caer en pesimismos, pero esto es casi insoslayable, hoy fui a hacerme un “examen médico” para demostrar que no tengo lepra ni enfermedades extrañas y que estoy “bien” de mis facultades mentales, ya saben esos certificados chafas que piden en algún trámite burocrático. Fui a un centro de salud aquí en Tijuana -porque el certificado debe ser oficial, léase como de ínfima calidad por tanto- el lugar más miserable, más triste, obviamente lleno de gente mayor, esperando a entrar con un médico que lo único que hace es medio levantar la mirada, medio escuchar lo que le dice el enfermo y luego, automáticamente, tomar la pluma para recetar mecánicamente cualquier cosa que, por supuesto no será una cura para el paciente sino nomás ahí cualquier cosa pa’que se le calme el dolor. Cuando entré a la clínica lo primero que se me vino a la mente fue “qué bueno que solo vengo a llenar un requisito y no vengo para dejar mi salud en manos de un malhumorado burócrata que se dice llamar médico”. No obstante, y por desgracia hay gente que no tiene más opción y verdaderamente tiene que dejar su salud en manos de esos malhumorados muchas de las veces médicos frustrados que, dicho sea de paso, están hasta la madre de ver una fila interminable de enfermos.
Hoy se revivió en mí esa sensación de desesperanza, en nuestro país hay mucha necesidad y poca voluntad para resolver las cosas, la gente se enferma de tristeza de desesperanza, de soledad, de miedo, de hambre, de desilusión, ¿cómo se cura todo esto? ¿existe alguna vacuna? No hay como tratar de recuperar la alegría de la vida día a día, reír, soltar el cuerpo –como gusten entender esto-, buscar cada día momentos placenteros por sencillos que sean estos. Hay personas que lo pueden hacer aún bajo circunstancias difíciles –a las cuales admiro profundamente- hay personas que por desgracia ni siquiera tienen la opción de hacerlo por diversas circunstancias. Lo cierto es que dentro de escenarios tan difíciles y de tanta necesidad la enfermedad abunda y las necesidades de los de “abajo” no son conocidas y reconocidas por los de “arriba” claro, pues nunca las ven y mucho menos las viven.
Estos son los momentos en los que necesito saber dónde está la última estación de este tren.