DEJANDO MEMORIA Y VIDA EN ESTE LUGAR

26 de enero de 2009


Ayer me di cuenta que no había sido nada. Me di cuenta, mientras hablaba sobre mi pasado, que no era más que el presente que vivía. Sentí un vacío enorme al referirme sobre lo que fui, me di cuenta que mis argumentos se desvanecían provocando al engaño más que a la verdad. Mientras mi voz salía de mis labios mi conciencia escuchaba, me di cuenta que no había más que decir del pasado porque yo ya no era aquella persona a la que había intentado narrar por etapas y episodios de vida. Me pregunté a mi misma ¿qué caso tenía estar hablando de algo que ya no me provocaba sino sólo un recuerdo lejano? Me di cuenta que aquel instante no fue sino el sonido de mi conciencia recordándome que no había nada más maravilloso que vivir el presente, y no el pasado ... y menos hablar del futuro, pues aún no conozco la historia.

3 de enero de 2009

Y nos quedamos solos, tan solos, que no quedó más remedio que amarnos.

La diversidad.

No encuentro nada más apetecible en éste mundo que vivir en la diversidad. No sé en qué momento de mi vida apareció la necesidad de vivir en la multiplicidad humana. Me impresiona ir al país vecino y sentir cerca de mí personas de diferentes partes del mundo, me hace reflexionar profundamente. Pienso por ejemplo cuántas cosas hemos inventado los seres humanos para ser distintos y paradójicamente terminamos siendo tan iguales. La religión por ejemplo suele ser un tema sumamente controvertido muchos preferimos darle la vuelta a estos temas por la polémica que levanta y a final de cuentas terminamos atados a nuestros propios principios y creyendo que lo que dijo el otro es un grave error, o simplemente hacemos juicios de valor sobre creencias que no se parecen a las nuestras. A pesar de las grandes diferencias de credos el punto de coincidencia humano está en la necesidad de tener fe, creer que hay vida más allá de un cuerpo material hay algo más allá de la vida terrenal, eso lo piensan en casi cualquier cultura, existe una necesidad por reafirmar la existencia humana independientemente del cuerpo físico o de la realidad que ahora estamos viviendo tu y yo, aquí. Esto me hace pensar entonces, que en las entrañas de la humanidad siempre han existido fuerzas, energías que a veces llamamos dioses con nombres diversos que están presentes en nuestras vidas, quizás sea el mundo espiritual que hace común a toda la humanidad. Vista así quizás desde su esencia común, la humanidad se presenta como un mosaico de pensamientos, creencias, doctrinas, estilos de vida, filosofías de vida que la han hecho tan diversa que finalmente lo que me provoca decir es que es una humanidad creativa, que la creatividad del ser humano es tan infinita que ha hecho de un principio “natural” un monumento a la diversidad cultural. Es por eso que me estremecen los países donde su diversidad se siente a flor de piel, me estremece viajar y poder probar comida de todo el mundo en un mismo sitio, por cierto, dicen que sólo probando la comida de cada lugar es como se conoce su cultura. Por alguna razón amo la comida tailandesa es una de mis favoritas, así como la comida de la India los sabores tan fuertes se equiparan a las sensaciones que los mexicanos experimentamos cuando comemos mole altamente condimentado y con distintos sabores en el paladar al mismo tiempo, salado, dulce, picoso un poco irritante pero delicioso, sobre todo el mole negro, es el mejor. Por otro lado, la comida japonesa y la coreana me han hecho sentir la pleitesía del servicio, del orden, de lo delicado, de lo ceremonioso, de las cosas sencillas, de los sabores neutros –claro para el paladar de una mexicana-, no obstante deliciosos, incluyendo el pescado crudo. Son los sabores que han impactado mi paladar, no hablo mucho más de otras comidas como la italiana que es deliciosa o la árabe no quisiera pecar de pretenciosa gourmet porque en realidad de cocina se nada o casi nada pero me gusta dar bocados y abstraerme para respirar el lugar de origen de ese sabor, me gusta pensar en dónde nació ésta combinación de sabores, quién la habrá creado, me gusta pensar que las personas huelen como huele su comida, ve gusta viajar pues, a través del paladar. Y, no solamente la comida es la expresión más grande de una cultura, también lo es el roce con las personas en diferentes espacios, es el roce con las personas lo que me vuelve a recordar lo parecidos que somos (aunque Cliffort Geertz haya dicho que un guiño del ojo significa cosas diferentes dependiendo de cada cultura), la calidad humana puede respirarse en cualquier contexto así como las ansias de poder. Y es que nadie puede negar que existen principios de corrosión y de crecimiento parecidos y paralelos en la humanidad por eso es de esperarse que en muchas partes del mundo existan mentes que creen tener la razón en términos culturales y hayan iniciado la guerra campal contra la diversidad, México ha sido uno de esos tantos países, por fortuna parece que aunque haya guerras anti creatividad humana ésta es uno de los motores del mundo y de la vida. La creatividad es como una gran raíz que cada que alguien pretende cortarla lo único que ocasiona es hacerla crecer más. Por tanto, la convivencia de la humanidad ha sido ciertamente complicada y me atrevería a decir mucho más en los contextos macro políticos que en la vida micro social, (un gran descubrimiento en mi vida ha sido poder coincidir más con mujeres japonesas que alemanas por ejemplo; culturalmente distantes, aparentemente). El roce cotidiano, las formas, el trato, lo que sientes y lo que siento cuando estamos conviviendo en un solo lugar es lo que creo que despierta la esencia de las culturas, en éste trato humano es donde volvemos a coincidir y claro, es donde podemos vernos tan distintos también, esto depende de la lente que cada quien se ponga.
Todo esto para platicarles que mi Navidad fue “exótica” cené comida de la India en compañía de mi pequeña familia (pero muy amorosa) nos dimos un banquetazo exótico, altamente llenador, probamos sabores salados, dulces, agridulces, todos hicimos caras distintas a los sabores, Isabella dijo que ella quería tostadas de las que saben buenas (o sea totopos de tortillas de maíz y no tostadas hechas con granos molidos como las que nos sirvieron durante la cena), le explicamos que lo que comía provenía de otro país distinto al nuestro, que tenía que saber distinto, pero claro a sus tres años eso no le importa tanto como a la tía que ahora escribe en este blog, la comida “exótica” será para después quizás luego, cuando Isabella se apropie primero de la cultura que la ha visto nacer.
Para desear buena vida, salud y paz algunos suelen decir feliz Navidad mientras otros prefieren decir feliz nacimiento de Buda, a mi me gusta decir espero que todos, en cualquier momento de nuestras vidas, nos regalemos instantes para hacer conciencia de las cosas que nos provocan placer en éste mundo, para después practicarlas.