DEJANDO MEMORIA Y VIDA EN ESTE LUGAR

3 de julio de 2007

¿sin cura?

Hoy recordé la miseria en la que vivimos. Odio tener que decir esto, de hecho me he empeñado en evitar caer en pesimismos, pero esto es casi insoslayable, hoy fui a hacerme un “examen médico” para demostrar que no tengo lepra ni enfermedades extrañas y que estoy “bien” de mis facultades mentales, ya saben esos certificados chafas que piden en algún trámite burocrático. Fui a un centro de salud aquí en Tijuana -porque el certificado debe ser oficial, léase como de ínfima calidad por tanto- el lugar más miserable, más triste, obviamente lleno de gente mayor, esperando a entrar con un médico que lo único que hace es medio levantar la mirada, medio escuchar lo que le dice el enfermo y luego, automáticamente, tomar la pluma para recetar mecánicamente cualquier cosa que, por supuesto no será una cura para el paciente sino nomás ahí cualquier cosa pa’que se le calme el dolor. Cuando entré a la clínica lo primero que se me vino a la mente fue “qué bueno que solo vengo a llenar un requisito y no vengo para dejar mi salud en manos de un malhumorado burócrata que se dice llamar médico”. No obstante, y por desgracia hay gente que no tiene más opción y verdaderamente tiene que dejar su salud en manos de esos malhumorados muchas de las veces médicos frustrados que, dicho sea de paso, están hasta la madre de ver una fila interminable de enfermos.
Hoy se revivió en mí esa sensación de desesperanza, en nuestro país hay mucha necesidad y poca voluntad para resolver las cosas, la gente se enferma de tristeza de desesperanza, de soledad, de miedo, de hambre, de desilusión, ¿cómo se cura todo esto? ¿existe alguna vacuna? No hay como tratar de recuperar la alegría de la vida día a día, reír, soltar el cuerpo –como gusten entender esto-, buscar cada día momentos placenteros por sencillos que sean estos. Hay personas que lo pueden hacer aún bajo circunstancias difíciles –a las cuales admiro profundamente- hay personas que por desgracia ni siquiera tienen la opción de hacerlo por diversas circunstancias. Lo cierto es que dentro de escenarios tan difíciles y de tanta necesidad la enfermedad abunda y las necesidades de los de “abajo” no son conocidas y reconocidas por los de “arriba” claro, pues nunca las ven y mucho menos las viven.
Estos son los momentos en los que necesito saber dónde está la última estación de este tren.