DEJANDO MEMORIA Y VIDA EN ESTE LUGAR

19 de septiembre de 2008


Sin corazón en casa.

Si hoy se lo hubieran preguntado, ella hubiera contestado con descaro “Sin corazón en casa”, simplemente hoy no era día para el corazón, no había ánimo para la risa fingida que le hace llevadero el día a los demás, hoy no había dedos para escribir una carta resumiendo lo que hará de su vida en las próximas horas, no había tiempo para el teléfono ni mucho menos para el reclamo cotidiano de su jefe, quien acostumbra hacerle berrinches infantiles cada que puede.
Hoy ella decidió ser ella, y se preguntó ¿qué pasaría si por un día ella se comporta como realmente se siente y deja de complacer a los demás para complacerse a sí misma? Le dieron unas ganas casi mordedoras de soltar una carcajada bestial como para comerse al mundo. Cuando se imaginó qué pasaría si la vecina del cubículo pasaba con su sonrisa candente diciéndole los buenos días mientras ella se quedaba inerte viendo la pantalla de su monitor, no pudo contener la risa que estalló discretamente apretando los labios.
La cosquilla le nació del pecho: “hoy no escribo, hoy no respondo, hoy no soy la que siempre soy, hoy soy alguien que no tiene ganas de sentir por un momento, hoy no tengo el compromiso de servir a los demás para no desairarlos y no hacerles ver que su vida me da flojera”. Por ejemplo ella pensaba en aquel personaje que muere de risa cada que habla, su instinto ultradesarrollado por descubrir lo que está fuera de lo evidente, la hacen pensar que es una persona completamente sorda –no sólo a lo que dicen los demás- si no a su vida misma, tan sorda que sólo quiere escuchar su propia risa cada que habla sin permitirle la palabra al otro. Ella piensa en lo a gusto que se siente psicoanalizando a la gente, y es que lo peor de todo es que siempre le atina. O por ejemplo, su vecina que no hace más que hablar de sí misma una y otra vez hasta que termina por mostrar lo inconforme que esta consigo misma y con la vida, habla tanto de sí que ella piensa que en el fondo le hace falta –no que los demás le reconozcan sus virtudes – sino reconocerse a sí misma como lo que es, cualquier cosa que quiera ser. En fin, ella se sintió tan a gusto expresando lo que a diario piensa y que nunca habla, que experimentó un estado de relajación y unas ganas infinitas por tomarse a sí misma, y entregar toda esa energía –regalada antes- a su auto complacencia y auto conocimiento.
El corazón sin casa no significa “no siento por hoy”; significa más que eso, hoy no estoy para ti, ni para ti, hoy sólo estoy exclusivamente para mí. Siento mucho que esta ausencia parezca un poco descorazonada por ahora, pero yo ahora me siento más acompañada que nunca.