DEJANDO MEMORIA Y VIDA EN ESTE LUGAR

16 de septiembre de 2008

DE TIJUANA "LA HORRIBLE" A TIJUANA CONSCIENTE

Quiero iniciar estas notas con una idea recurrente que me ha hecho sentido desde hace tiempo, ¿“pobreza conlleva a pobreza”? ¿”Dolor a dolor”? ¿”Desesperanza a desesperanza”?, ¿“sufrimiento a sufrimiento”? Todo en la vida tiene un principio y detrás de este hay una mentalidad, una idea, una ideología conformada que la crea, por supuesto, y luego la recrea, se vive, se estiliza le da forma hasta que se convierte en el estilo de vida, la historia construida a raíz de una idea primera -no siempre la más acertada pero de algo se tiene que dar inicio. La historia, ya estereotipadamente entendida como cíclica y repetitiva, “así somos” “así aprendimos a vivir” y casi de manera inconsciente (o inocentemente) seguimos la vida, hasta que nuestro cosmos y nuestra cosmología solo queda explicada a partir de esa idea inicial que le ha dado sentido de ser a una ciudad como Tijuana.
Según cuenta la historia Tijuana nació como una ciudad “de vicio” proveyéndole a Estados Unidos particularmente a San Diego California, de alcohol. Éste líquido, entendido en aquel momento de la década de los cuarenta, como el elixir embriagante que le daba vida y diversión a las noches de desfogue de tantos sandieguinos sedientos que padecían la “ley seca” “no wine no drugs”. Tijuana conocida hoy como la fea, la “prostituta” la que se vende al mejor postor (léase esto como una construcción mental e ideológica para un fin determinado) aparece como pueblo proveedor de tan solicitado elixir. Tijuana aparece como un tipo de madre consoladora de la desgracia ajena, donde la desgracia del otro se convierte en el motor principal de una autorazón de ser, revitalizador, y por tanto proveedor de aquello de lo que tanto escasea en el vecino país: “alcohol and sex” ó “vida loca” como hoy la conocemos.
El Rancho de la Tía Juana pone la primera piedra de su historia de estigma, da paso al primer cimiento que le dará fama de Tijuana la que acepta, la que contiene, la que acoge y recoge al que lo necesita al que lo requiere y lo suplica. Tijuana surge y se desarrolla así como lugar de paso, o como una Tierra de Nadie y Tierra de Oportunidadesefímeras- y al paso de los años Tierra de Migrantes, de cruce hacia Estados Unidos. Tijuana descubre el gran tesoro enterrado: su frontera, su proximidad con el país -que también hemos conocido- como uno de los más poderosos del mundo. Tijuana, unos días se da y otros se resiste, sin embargo su localización fronteriza le ha dado una esencia sólo explicada a través de su vivencia.
Hoy la Tijuana nuevamente sellada como aquella del “Tequila, sexo y marihuana” como ciudad del narcotráfico donde se vale de todo, vive como aquella niña inocente a la que le dijeron cual es la forma en cómo debe vivir la vida y no solo eso, también cree a pie juntillas que ese es su sino. Y si Tijuana lo cree, los que vivimos en ella también, y no sólo eso, también reproducimos la historia: una y otra vez, una y otra vez una y otra…. Construimos la idea errónea -desde mi punto de vista- de Tijuana la que solamente es bella por su proximidad con San Diego, es decir todo queda aquí entre nosotros o en la conciencia colectiva como diría Durkhem. Po cierto, esta idea de conciencia colectiva sin duda explica cómo funcionan las ciudades y sus habitantes, por qué y cómo compartimos colectivamente los signos y significados de una sociedad y cómo la censura cobra factura cuando no compartimos los mismos códigos, o los rompemos. ¿Pero qué hay del inconsciente colectivo? De aquellas cosas que hacemos en la vida cotidiana de manera inconsciente y de manera automática, sólo por seguir el curso de la vida empujada por un estilo de vida. Durkheim no nos explico esto, ¿Qué hay de aquellas cosas que hacemos los humanos en una sociedad sin pensar? ¿Sin hacerlo consciente? Por ejemplo, inconscientemente aceptar que Tijuana debe ser fea, debe tener baches, debe comprar carros usados porque de cualquier manera se van a maltratar en las calles sin pavimento. El deber de esquivar una balacera, el deber de aceptar el asalto a las casas y el robo de los carros y la distribución de droga que le come el cerebro a la gente. Este subconsciente nadie lo explicó, ¿qué se hace con esta forma de vida tan arraigada tan inconsciente?
Refelxividad: Crítica. No quiero vivir así. No creo que el mundo deba ser así. Así no es Tijuana. Así no debe ser. Tijuana no debe ser una ciudad sucia sólo porque es “Tijuana la horrible”, Tijuana no debe estar abandonada sólo porque hay que invertir los impuestos en el crimen organizado y mayor ¿seguridad? Tijuana, los tijuanenses y los fuereños, debemos criticar la “idea” con la que nació surgió Tijuana y con la que viene cargando desde el inicio de su historia. Qué tal si comenzamos a decir: Así no es Tijuana.