DEJANDO MEMORIA Y VIDA EN ESTE LUGAR

28 de febrero de 2011

Insomnio

¿Para qué dormir?

Desde que llegaste, noche tras noche me encuentro en una batalla por conciliar el sueño. Tu casita, que es mi panza, crece cada día y cada noche. A veces siento aplastarte y me avisas con tus pataditas que me mueva hacia otro lado, pero una vez que estoy en el otro lado, me pides que vuelva moverme, hasta que las dos encontramos la posición ideal: para que tú puedas nadar a tus anchas en tu mar y tu mamá pueda conciliar el sueño. Fue hasta el día de ayer en que decidí que no lucharía más por dormir, que no quería desvanecerme en los brazos de Morfeo y perderme cada latido de tu corazoncito, cada movimiento de tus manitas y tus piernas, decidí que no quería perderme de sentir tus estornudos y el hipo que a veces te da porque tu mamá tiene un poco de frío. Decidí que quería vivirte día y noche, que el dormir resultaba un desperdicio, que prefiero que vivamos juntas la experiencia de tu crecimiento, de las formas que vas haciendo en mi vientre, de tu hermosa cabecita colocándose en posición para nacer. Decidí que no podía perderme ni un segundo más tu presencia en mi cuerpo, que tenía que vivirte intensamente dentro de mí, ahora somos una viviéndonos día tras días, mis incomodidades son las tuyas, mis risas también lo son, mi alegría es la infinita chispa encendida que te acompaña, y nos acompaña ahora a tu papá y a mí por tu arribo a nuestras vidas, y a este mundo que te espera. Anoté un letrero en mi almohada que dice: “prohibido dormir y no sentir cada latido de Luna”. Desde hoy el insomnio lo disfruto, a veces cuando el sueño llega y mis párpados no pueden hacer sino cerrarse, le encargo a mis manos que no dejen de acariciar la panza, a mis oídos que no dejen de escuchar tus latidos, y a mi corazón que no deje de acompañarte en tu dulce crecimiento. Te amo.